Todos quieren trabajar en una empresa donde exista realmente una Cultura equilibrada, donde haya verdadera CONFIANZA y CREDIBILIDAD, un trato digno, justo y, sobre todo, se permita trabajar con libertad, armonía y creatividad. Además, que exista alegría y diversión.
Esto es un ideal, pero sí, ¡es posible acercarse mucho a ese objetivo! Todo inicia en los socios cuando son emprendedores y lo primero que deben establecer, es qué tipo de Cultura quieren tener y qué códigos, principios, reglas o valores NO son negociables y no cambiarán, incluso en medio de las peores crisis (porque siempre habrán crisis).
En empresas ya establecidas, es responsabilidad del Directorio, el CEO y los líderes principales tomar las mismas decisiones y reflejarlas a través de sus acciones y ejemplos de manera constante en sus comunicaciones internas y externas.
Muchas empresas tienen todo bien establecido, escrito y ampliamente difundido. Sin embargo, a la hora de la verdad, son los propios líderes o CEOs quienes rompen las reglas o actúan de alguna forma que destruye esa Cultura que se trata de cultivar.
Insisto, si la cabeza, los líderes principales, los socios, el Directorio y los CEOs cumplen siempre con los principios establecidos, es muy probable que se alcance esa Cultura ideal.
Todos ganan cuando esto se logra: atraen a los mejores talentos, reducen la rotación, fomentan la creatividad, minimizan errores graves, evitan desengaños al interno de la empresa o riesgos de corrupción, reducen el robo interno, aumentan el compromiso y, en última instancia, impulsan las ventas.
Pero, ¿Qué se debe hacer?
La respuesta es simple: cumplir con lo que se dice o se promete, y hacerlo de manera respetuosa, incluso cuando se deba tomar decisiones difíciles como despedir a un empleado o reducir personal. En momentos de crisis, es cuando se revelan los verdaderos líderes. Además, la comunicación se vuelve aún más valiosa: debe ser muy clara, muy humana y muy oportuna.
Para lograr una Cultura como la descrita, debemos ser líderes conscientes. Debemos preocuparnos por el cambio climático, la pobreza, el hambre de los demás, nos debe doler las necesidades básicas del ser humano en general y de la naturaleza. Debemos generar vínculos cercanos con nuestros empleados, sus familias y sus hogares, y conocer de cerca cuánto más podemos ayudarles a crecer en su bienestar personal, familiar y paralelamente en su crecimiento profesional.
Este vínculo solo se logra siendo generosos, accesibles siempre y con una sonrisa auténtica que invite a los demás a acercarse y si estás comunicando SIEMPRE!!! Debemos buscar “puntos de encuentro” en las visitas a los puestos de trabajo, en los hogares de nuestros empleados (crea programas para visitarlos y conocer a sus familias), en los momentos de enfermedad (no debemos dejar de estar presentes, especialmente cuando están hospitalizados), en ceremonias internas y momentos de camaradería que deben existir regularmente, en los momentos de reconocimiento y en los mensajes escritos. También es necesario contar con canales de YouTube de la empresa (que son muy importantes) y estar presente en todas las plataformas y redes sociales, tanto personales como de la misma empresa. Debemos responder oportunamente a cada mensaje y nunca borrar o ignorar una queja. Por el contrario, premia y agradece las quejas, ya que nos brindan la oportunidad de mejorar.
Nunca olvidaré el caso de una de las empresas más grandes del Perú que deseaba transmitir un mensaje a todos sus trabajadores sobre un nuevo estilo de liderazgo y una mejor Cultura Corporativa que la que tenían hasta ese momento. El CEO me invitó a dar una conferencia sobre los fundamentos principales y los pasos a seguir para transformar una Cultura Organizacional. El auditorio estaba lleno, más de 800 personas, con grandes expectativas y el ruido de las voces en la espera de la llegada del CEO.
Después de mi conferencia, el ambiente era de alegría, pasaron los minutos y el CEO no llegaba. Pasó media hora y aún no aparecía. Pasó una hora y finalmente hizo su entrada. Comenzó su discurso sobre su intención de cambio y las cosas iban bien, con algunas preguntas, hasta que un trabajador levantó la mano y dijo: “ Señor, todo lo que hemos visto y escuchado hoy, nos entusiasma, sólo le pediría un poco de respeto y la próxima reunión, Ud. Sea el primero en llegar “. Me pareció excelente la participación del trabajador y una oportunidad perfecta para que el CEO se disculpara con todos por el retraso (el perdón es fundamental en el liderazgo consciente). Observé la expresión en el rostro del CEO, contento porque era el mejor momento para demostrar que realmente habría cambios en la empresa. Sin embargo, su expresión comenzó a transformarse (me dije a mí mismo: ¡nooooo!) y todo terminó desastroso, ya que en lugar de disculparse, se enfadó y, de mala manera, simplemente dijo: “La reunión ha terminado”.
Y es así, tristemente, son los propios líderes quienes destruyen las Culturas corporativas.